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"Lost": todo concluye al fin

El último episodio fue coherente con las seis temporadas de la serie que cambió nuestras vidas: revelador, escondedor, caprichoso, lacrimógeno y épico pero, sobre todo, muy triste.

¡Atención! Este texto contiene spoilerscoffee-break-web3¿Puro humo? Al final, todo volvió al principio: al ojo de Jack en primerísimo primer plano, al vistazo de un cielo que confunde esperanza con amenaza, al perrito Vincent como compañero leal, al suspiro del héroe imperfecto. El martes terminó Lost en Latinoamérica (el domingo, en los Estados Unidos y, ejem, en Internet) y el último episodio, apocalípticamente titulado The End, estuvo a la altura de la serie: revelador, escondedor, caprichoso, lacrimógeno, épico, triste. Muy triste. La eterna lucha entre la razón y la fe se dirime con una victoria de ésta última. Si Los expedientes secretos X, un antecedente televisivo inmediato de Lost, construyó una mitología a partir de un deseo (el fundamental “quiero creer”), acá el hombre de ciencia se rinde al misterio de la fe. Sin evidencias. La única certeza será que uno sólo puede encontrarse a sí mismo cuanto más perdido esté. La Isla (un personaje de la serie, acaso el más importante: “Cada vez que Locke piensa en Dios dice en cambio ‘Isla'”, explicó el productor Damon Lindelof) se propuso como génesis y apocalipsis, origen del bien y del mal, limbo entre la vida y la muerte: como síntesis del mundo y parábola del misterio humano, es coherente que no haya respuestas para todas las preguntas. ¿Qué pasó con los osos polares? ¿Qué quieren decir los malditos números? O, más profundamente: ¿existe un mundo externo o es una ilusión? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es una isla? ¿Dónde estamos? El texto completo, acá.
 
 
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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.