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"La carretera": el día después de mañana

La adaptación de la gran novela de Cormac McCarthy tuvo innumerables problemas para llegar a los cines y cuenta la odisea de un padre y su hijo que buscan refugio después del fin del mundo. Apocalipsis, ahora.

 

coffee-break-web3Y al final, llegó el Apocalipsis. Con el sino maldito de todo fin del mundo (la película no convenció a los productores y estuvo a punto de no mostrarse en los Estados Unidos; su estreno se demoró desde enero hasta junio en la Argentina), La carretera se ahorra las explosiones, los meteoritos, los rescates épicos: filmada con un descojonante filtro grisáceo y con la melancólica música original de Nick Cave, es una parábola crepuscular sobre el día después de mañana, cuando el fin del mundo ya habrá sido historia. Como adaptación de una excepcional novela ultracristiana de Cormac McCarthy (el mismo autor, tótem yanqui, de Sin lugar para los débiles), acaso por los problemas en su producción, es otra de las películas con trailer-trampa: en el avance se ve el cataclismo, la ciudad arrasada, la CNN en vivo y en directo desde la tragedia, todas imágenes que en la película no están. En esa tensión entre mostrar y sugerir se debate la adaptación fallida: ¿cómo evitar que una íntima metáfora sobre la redención y la llegada del Mesías se transforme en, digamos, 2012 o Armageddon? Un padre y un hijo, en el camino: a eso se resume la trama. El fronterizo Viggo Mortensen carga con el niño (el australiano Kodi Smit-McPhee) a través de la carretera, en busca del Sur cálido que ofrezca reparo ante el invierno nuclear. El vínculo entre ambos es indestructible y en esa historia de amor filial se traduce la fuerza emocional de la película, con algunos momentos de horror genuino (la exploración en la casa abandonada, la puntería de un tiro a la cabeza) y otros que parecen una concesión a los marketineros productores, los temibles hermanos Weinstein, con vivos moribundos que se escaparon de Zombieland.
 
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Para la revista Esquire, se trató de “la película más importante del año”, por las múltiples referencias a la debacle final y la posibilidad de zafar. Acaso heredera de Lost, acá se multiplican los flashbacks que se regodean con el pasado feliz inmediato, remachando con la idea del Paraíso perdido. Y así defrauda la adaptación del director John Hillcoat: sin la maña sutil del viejo zorro McCarthy, el simbolismo cristiano se vuelve tan naif como una estampita y tan falsamente esperanzador como otra posible llegada del Mesías, en una nueva oportunidad para los que aguanten en esta tierra arrasada, sin lugar para los débiles. Publicado hoy en Clarín.

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.