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Río, día 2: el lujo no es vulgaridad

sommelier-do-cafe1Un instinto natural por el lujo me conduce, casi como en una epifanía, hasta la Rua Garcia D’Avila, en Ipanema, donde el millonario local de Louis Vuitton sugiere: ésta es zona de boutiques. Al lado nomás, la heladería Mil Frutas (Rua Garcia D’Avila 134) ostenta el título de haber sido elegida ocho veces como la mejor de Río: fundada en 1988 por la ex periodista Renata Saboya (parece que los cucuruchos rinden más que las redacciones), se ganó elogios hasta del New York Times, donde se escribió que “sus sabores melón, maracujá y ananá con menta son pequeñas obras maestras”. Para no ser ajeno a mis propósitos, elijo aςai (el fruto rojo hiperproteico, maná para el corredor) y café con chocolate: insuperables. Los espíritus más audaces tienen otros 158 gustos a disposición (una bocha: 8 reales; dos bochas: 14 reales), entre los que se destacan el lisérgico ajenjo (!) y el sake a la ciruela (!!).
 
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Enfrente del helado deluxe, George Clooney te invita con una tacita de café (en versión ploteada, se entiende). La boutique de Nespresso (Rua Garcia D’Avila 117) distrae, con sus tres pisos, a las garotas de Ipanema que rumbean hacia la playa. Nomás entrar, me identifico como socio del Club Nespresso y me ofrecen un cafecito: pido un Roma. Ahh.
nespresso-taza-vidrioSe dijo que el instinto por el lujo me puede y, en un arrebato, compro cuatro tazas de vidrio transparente con platito en color, importadas de Suiza y con diseño de A. & P. Cahen-ADN, el auténtico emblema de la marca que los estrictos regímenes de importación argentinos impiden su distribución en mi país (acá prefiero ahorrarme la precisión del gasto, para no quedar como un loco por las compras). Con amabilidad de azafata en vuelo internacional, una dependienta me lleva a recorrer los tres pisos y, al llegar al último, me muestra la terraza, con sillas y mesitas para tomar café de la casa y disfrutar de la vista que llega hasta la Lagoa Rodrigo de Freitas: un verdadero club exclusivo para cafeteros. Aunque insista con mi filiación de socio, se me exige el carnet que, obvio, dejé en Buenos Aires (con el del videoclub y el gimnasio). La empleada me regaña, me prohíbe el paso a la terraza, remarca la necesidad de viajar con la tarjeta del Club Nespresso adonde sea que haya una boutique y, acá ya sí imperturbable, no se mosquea cuando le digo: “Sólo viajo con mi pasaporte y mi American Express dorada”.

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.