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Libertad de prensa, con la francesa

Un mundo sin tiempo: ni hora ni clima. En el salón donde no existen relojes o ventanas, el jugador inexperto busca estímulos para no dormirse y acá, en mi primera visita a un casino de Las Vegas, aun fascinado por las luces de neón y embriagado por el whisky ambiente, me venden… una cafetera. En serio: compro una “prensa francesa” o “émbolo” o “pistón” o, marca ya convertida en genérica, “Bodum“, que el timbero compulsivo se llevará hasta la ruleta para mantenerse despierto sin cables ni enchufes. Clinc, caja. El estreno de la comedia ¿Qué pasó ayer? me devuelve a esas horas de pánico y locura en Las Vegas. Pasa en la vida, pasa en las películas, donde un buen trago temprano de cafeína puede evitar el mal trago futuro.
bodumUn poco de amor francés: la prensa es el artefacto gourmet con presencia en cualquier casino, digo, cocina bien provista, pero no por artesanal es menos profesional. De hecho, es la que se usa en las catas de entendidos, por su fidelidad con el gusto original y porque permite preparar la bebida en la mesa. Que el barista vocacional tome nota: es un cilindro siempre de cristal o porcelana, que alberga un pistón compuesto por una placa perforada de metal. El nacimiento de una infusión se da con el vertido del café molido: debe ser espeso y texturado (pedir en el despacho un grano a 2,5, de consistencia similar a la sal gruesa). Encima se vierte el agua sin hervir, a unos 80°: como en el mate, retirada del fuego en el momento previo a la aparición de las burbujas. Después se empuja el pistón hacia abajo y, con la presión, el café líquido sube a través de la placa perforada, quedando la borra en el fondo. Como en otras artes de la vida, el erogador precoz deberá controlar la ansiedad: para una óptima infusión, antes de bajar el émbolo habrá que esperar cuatro minutos, exactos y medidos por cronómetro (en los comercios del ramo se vende un timer seteado en el tiempo justo).
¿Listo para servir? Todo es cuestión de cómo haya venido la mano: el volumen en la espuma del café dependerá de la presión que uno le haya dedicado. Ahí donde un matero lleve el termo bajo el brazo, el bebedor compulsivo hará lo propio para darse un shot de cafeína en cualquier parte. A mí me mantuvo despierto hasta que me tragaron todas las monedas. Y si alguna vez Elvis Presley celebró “¡Viva Las Vegas!” y en la mesa de al lado veo al músico famoso jugar sus últimas cartas, el slogan de la cafetera portátil que me venden como souvenir del casino resume un espíritu rocanrolero: “Espresso unplugged“.

Publicado en Clarín

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.